domingo, 15 de julio de 2007

¿Que es el Sionismo?

Sionismo

Movimiento y doctrina política cuyas premisas fundacionales fueron la lucha para conseguir la reunión de los judíos de la diáspora y su establecimiento Palestina. Surgió a finales del siglo XIX y culminó en 1948 con el establecimiento del Estado de Israel. Su nombre procede de Sión, la colina sobre la que se erigía el Templo de Jerusalén y que más tarde se convertiría en el símbolo de la propia ciudad. El filósofo judío de nacionalidad austriaca Nathan Birnbaum fue quien aplicó por primera vez el término sionismo a este movimiento en 1890.

Historia

El sionismo tuvo su origen como movimiento político organizado en el siglo XIX, pero sus raíces se remontan al siglo VI a.C., cuando los judíos fueron deportados de Palestina e iniciaron la denominada cautividad de Babilonia; sus profetas les instaron a creer que un día Dios les permitiría regresar a sus territorios palestinos, la Eretz Yisrael (Tierra de Israel). Con el paso de los siglos, e iniciada ya la diáspora del pueblo judío, éste asoció la esperanza del regreso con la venida del Mesías, que habría de ser un salvador enviado por Dios para liberarles. Algunos judíos, por propia iniciativa, emigraban a Palestina para unirse a las comunidades judías que seguían viviendo allí, pero continuaron siendo una pequeña minoría en medio de una población mayoritariamente árabe.

La Haskalá y el movimiento por la asimilación

No pudo surgir un sionismo secular hasta que la vida judía propiamente dicha no estuvo en cierto modo secularizada. Este proceso se inició en el siglo XVIII con la Haskalá (Ilustración), movimiento inspirado en la Ilustración europea e iniciado por el filósofo judío alemán Moses Mendelssohn. La Haskalá marcó el comienzo de un movimiento que se separaba del judaísmo tradicional ortodoxo y creaba la necesidad de un sentimiento nacional judío que sustituyera a la religión como fuerza unificadora. En un principio, sin embargo, la tendencia fue de asimilación a la sociedad europea. En Alemania, el movimiento liberal para la reforma judía intentó reducir el judaísmo a una denominación religiosa, dejando a los judíos que adoptaran la cultura alemana. La obtención de la igualdad política por parte de los judíos europeos se inició en Francia en 1791 durante la Revolución Francesa y se extendió a casi toda Europa en las décadas sucesivas.

La aparición del antisemitismo moderno

La emancipación política, no obstante, resultó ser un falso comienzo. En la segunda mitad del siglo XIX tanto en Alemania como en el Imperio Austro-Húngaro surgieron partidos antisemitistas organizados. En Rusia, donde la emancipación había sido superficial, el asesinato del zar Alejandro II en 1881 desencadenó una ola nacionalista que provocó disturbios antijudíos (pogromos) en todo el país. Para los judíos rusos los pogromos de 1881 fueron un punto tan decisivo como lo había sido la Revolución Francesa para los judíos franceses.
Para escapar de la persecución, muchos judíos rusos emigraron, en especial a Estados Unidos y Argentina. Un número menor, que creía que los judíos que vivían en la diáspora estaban destinados eternamente al papel de chivos expiatorios y pensaba que sólo estarían seguros en una patria propia, se dirigió hacia Palestina, que por entonces estaba bajo dominio turco. Recibieron ayuda económica del filántropo judío francés barón Edmond de Rothschild, pero muchos no perseveraron en su empeño y la importancia de esta primera inmigración judía fue insignificante.

Los precursores del sionismo

A mediados del siglo XIX, dos rabinos ortodoxos europeos, Jehudá Alkalai y Zevi Hirsch Kalischer, adaptaron la creencia tradicional en el Mesías a las condiciones modernas, diciendo que eran los propios judíos los que debían preparar el camino para su llegada. En 1862 el judío alemán socialista Moisés Hess, inspirándose en el movimiento nacionalista italiano, publicó Rom und Jerusalem (Roma y Jerusalén), libro en el que rechazaba la idea de la asimilación a la sociedad europea y donde insistía en que la esencia del problema de los judíos radicaba en la falta de una patria.

La fundación del movimiento sionista

En 1896 Theodor Herzl, periodista judío austriaco, publicó un pequeño libro llamado Der Judenstaat (El Estado judío), en el que analizaba las causas del antisemitismo, a la vez que sugería su solución: la creación de un Estado judío. Aunque Herzl fue recibido por el emperador alemán Guillermo II y por el sultán otomano Abdülhamid II, no consiguió que éstos apoyaran su causa, como tampoco logró que los judíos ricos reunieran el dinero necesario para respaldar su proyecto.
En 1897 Herzl organizó en Basilea (Suiza) el I Congreso Sionista, al que asistieron casi 200 delegados. El Congreso formuló el Programa de Basilea, que se convirtió en la plataforma programática del movimiento sionista, al determinar que el fin del sionismo era la creación “para el pueblo judío de un hogar en Palestina garantizado por el derecho público”. El Congreso fundó también la Organización Sionista Mundial (OSM), la cual estaba autorizada a establecer delegaciones en todos los países que contaran con una población judía considerable.
Tras no lograr del sultán turco una carta de derechos, Herzl dirigió sus esfuerzos diplomáticos hacia Gran Bretaña, pero el ofrecimiento británico de investigar la posibilidad de una colonización judía en el este de África —el llamado Plan Uganda— casi provocó una escisión en el movimiento sionista. Los sionistas rusos acusaron a Herzl de traicionar el programa sionista. Aunque Herzl se reconcilió con sus detractores, murió poco después, totalmente desalentado. Cuando el VII Congreso Sionista (1905) rechazó el plan del este de África, Israel Zangwill formó la Organización Territorial Judía, cuyo fin era buscar cualquier territorio que fuera adecuado para la colonización judía. Sin embargo, la organización de Zangwill nunca contó con muchos seguidores y desapareció tras la muerte de éste.

Variedades del sionismo

El sionismo ha generado un gran número de ideas e ideologías diferentes. Los sionistas culturales, cuyo principal portavoz fue el periodista ruso Ahad Ha-am, subrayaban la importancia que tenía convertir a Palestina en un centro para el crecimiento espiritual y cultural del pueblo judío. Otra variedad del sionismo fue elaborada por A. D. Gordon, quien escribió y practicó la “religión del trabajo”, concepto tolstoyano que concebía que la unión del pueblo y de la tierra se lograba trabajando el suelo.
Los sionistas socialistas intentaron dar una justificación marxista al sionismo. Los judíos necesitaban un territorio propio en el que establecer una sociedad normalmente estratificada y donde pudieran iniciar una lucha de clases para así acelerar la revolución. Los experimentos sociales realizados en materia de agricultura cooperativa desembocaron en la creación de un fenómeno exclusivamente sionista: el kibbutz, comuna de carácter igualitarista y colectivo que proporcionó la estructura política, cultural y militar del Yishuv (asentamiento), antes del establecimiento del Estado de Israel y durante muchos años después.
Los sionistas religiosos consideraban que su fin era dirigir la regeneración nacional de los judíos hacia caminos más tradicionales, pero se ha criticado a aquellos partidos religiosos que compartían la autoridad política por comprometer sus creencias a cambio de los atractivos materiales del poder.

El sionismo en el siglo XX

Los dos mayores logros del sionismo durante este siglo fueron el compromiso del gobierno británico para establecer una patria judía en Palestina, propósito recogido en la Declaración Balfour de 1917, y el propio establecimiento del Estado de Israel en 1948.
Durante la I Guerra Mundial, los británicos se granjearon la amistad de los sionistas para asegurarse el control estratégico de Palestina y obtener el apoyo de los judíos de la diáspora a la causa aliada. La Declaración, contenida en una carta dirigida por el secretario de Asuntos Exteriores Arthur James Balfour a un líder sionista británico, aprobaba el establecimiento en Palestina de una “patria para el pueblo judío”. Dado que Palestina había pasado del control turco al británico, esto proporcionaba a los sionistas la carta de derechos que habían estado buscando.

El periodo de entreguerras

Después de la I Guerra Mundial el sionismo sufrió dos fuertes reveses. El nuevo régimen soviético impidió que los judíos rusos, que habían sido la fuente tradicional de emigración sionista, abandonaran el país. Además, se produjo una disputa entre el líder del sionismo estadounidense, el juez Louis Brandeis, y el doctor Hayyim Weizmann, el hombre que había logrado la Declaración Balfour. En la disputa entraban en juego no sólo asuntos personales, sino también un debate ideológico sobre el futuro del sionismo. El ‘sionismo sintético’ de Weizmann, que defendía tanto la lucha política como la colonización, venció a la postura pragmática de Brandeis, que se concentraba en la colonización sin hacer ninguna referencia a una futura categoría de nación. Weizmann se erigió en líder indiscutible, pero esto produjo el abandono de Brandeis y su grupo, y hasta la II Guerra Mundial los judíos estadounidenses dirigieron la mayor parte de su labor filantrópica a ayudar a los judíos europeos antes que a Palestina.
En 1929, Weizmann estableció la Agencia Judía para Palestina, una organización más amplia que aprovechaba la ayuda financiera de los judíos que deseaban ayudar a sus hermanos de Palestina, pero que no comulgaban con los fines políticos del sionismo.
Durante el periodo del mandato británico (1920-1948), el Yishuv pasó de 50.000 a 600.000 habitantes. La mayoría de los nuevos inmigrantes eran refugiados que habían escapado de la persecución nacionalsocialista alemana que tenía lugar en Europa. En 1935 un grupo revisionista encabezado por Ze’ev Vladimir Jabotinsky se separó del movimiento sionista y formó el Nuevo Partido Sionista. Durante el final de la década de 1930 Jabotinsky, que abogaba por la existencia de un Estado judío a ambos lados del río Jordán, se dedicó a una infructuosa campaña para conseguir la evacuación masiva de los judíos europeos hacia Palestina.
La coexistencia con la población árabe de Palestina se fue convirtiendo en un problema cada vez más difícil de solucionar. Los frecuentes disturbios ocurridos en la década de 1920 culminaron en una rebelión a gran escala que se extendió desde 1936 hasta 1939. El movimiento sionista adoptó varias posturas, incluidas la de Judas León Magnes, presidente de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien defendía la fundación de un Estado conjunto árabe-judío y la del futuro primer ministro israelí David Ben Gurión, que argumentaba que el acuerdo con los árabes sólo podría producirse partiendo de una posición judía de fuerza, una vez que el Yishuv se hubiera convertido en mayoría. Por lo que respecta a los sionistas socialistas, se produjo un profundo conflicto ideológico entre el ideal marxista del internacionalismo, que obligaría a la cooperación con los trabajadores árabes, y el fin nacional, dirigido a consolidar una nueva clase obrera judía en Palestina.
El Libro Blanco

En vísperas de la II Guerra Mundial, el gobierno británico cambió la política que venía realizando en el tema de Palestina en un intento de apaciguar al mundo árabe. El Libro Blanco de mayo de 1939 daba por terminado el compromiso británico con el sionismo y contemplaba el establecimiento de un Estado palestino en un plazo de diez años. La mayoría árabe de Palestina quedaba garantizada en una cláusula que recogía la inmigración de otros 75.000 judíos durante los cinco años posteriores, después de lo cual serían los propios árabes los que estipularan cualquier entrada adicional.
El Libro Blanco de 1939 rompió la tradicional alianza anglo-sionista y provocó muchas protestas violentas en el Yishuv. En mayo de 1942, los líderes sionistas reunidos en el Hotel Biltmore de Nueva York exigieron la creación de una Comunidad Democrática Judía, es decir, un Estado que abarcara toda la parte occidental de Palestina como parte del nuevo orden mundial surgido después de la guerra. El llamado Programa Biltmore marcó un punto de partida radical en la política sionista. El holocausto, el asesinato sistemático de judíos europeos a manos de los nazis, acabó por convencer a los judíos occidentales de la necesidad de fundar un Estado judío. En 1944, el Irgún Zewai Leumí (Organización Militar Nacional), una fuerza guerrillera sionista encabezada por el futuro primer ministro israelí Menahem Begin, inició una revuelta armada contra la dominación británica en Palestina. Tanto oficiales como soldados británicos, además de árabes palestinos, fueron objeto de atentados terroristas.

El Estado de Israel

En la medianoche del 14 de mayo de 1948 finalizó el mandato británico sobre Palestina, y los judíos declararon la independencia del nuevo Estado de Israel. Israel debía su existencia a un cúmulo único de circunstancias: la simpatía del mundo occidental por el sufrimiento judío, la influencia política de los judíos estadounidenses al asegurarse el apoyo del presidente Harry S. Truman; la pérdida de interés por parte de Gran Bretaña por continuar su mandato en Palestina y, quizás principalmente, por la determinación y habilidad del Yishuv para establecer y aferrarse a su propio Estado.
La finalidad del sionismo durante los primeros años posteriores al establecimiento del Estado de Israel pareció quedar clara: consolidar y defender a Israel y explicar y justificar su existencia. Sin embargo, las relaciones entre el nuevo Estado y los sionistas resultaron ser problemáticas. El primer ministro israelí David Ben Gurión insistía en que aquellos líderes sionistas que escogieran permanecer en la diáspora no podrían participar en la toma de decisiones de Israel, aún cuando Israel pudiera deber su existencia a la influencia de éstos. Ben Gurión mantenía también que, ahora que existía el Estado judío, la única finalidad del sionismo debía ser la aliyá (‘subida’ o ‘establecimiento’ en Israel) personal.
Nahum Goldmann, jefe de la OSM desde 1951 hasta 1968, sostenía que el sionismo debía también alimentar y preservar la vida judía en la diáspora. Los sionistas estadounidenses, en especial el rabino Mordecai Menahem Kaplan, fundador del movimiento reconstruccionista, pidieron una redefinición del judaísmo y alertaron contra los peligros que supondría la creación de un cisma entre los judíos de Israel y los de la diáspora. En 1968 el Programa Jerusalén (adoptado por el Congreso Sionista celebrado en Jerusalén ese mismo año) convirtió la aliyá en condición indispensable para pertenecer a cualquier grupo sionista, pero en la práctica el nuevo programa sólo supuso pequeños cambios.
Durante la década de 1970, muchas de las actividades sionistas se dirigieron hacia los judíos soviéticos, que finalmente obtuvieron la autorización para emigrar, aunque de forma restringida. Una vez más surgieron diferencias entre las agencias de ayuda sionista y judía acerca de si la emigración a Israel era la única opción que se podía ofrecer a los judíos soviéticos. A finales de la década de 1980 se produjo una ola de emigración masiva de los judíos soviéticos a Israel.
Las naciones árabes y sus partidarios tildaron repetidamente al sionismo de ‘instrumento imperialista’. En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución que equiparaba al sionismo con el racismo. En 1991, su Asamblea General revocó esta resolución por 111 votos contra 25. Por su parte, los sionistas han insistido en que su movimiento nunca ha rechazado la autodeterminación del pueblo árabe y que el significado fundamental del sionismo ha sido la liberación nacional del pueblo judío. En la actualidad el sionismo se basa en el apoyo inequívoco a dos principios básicos: la autonomía y seguridad del Estado de Israel y el derecho de cualquier judío a establecerse allí (la llamada Ley del Regreso), principios que juntos proporcionan la garantía de una nacionalidad judía a cualquier judío que la necesite.


Theodor Herzl

Ciudadano del Imperio Austro-Húngaro, el periodista judío Theodor Herzl fue el fundador y principal teórico del sionismo. Horrorizado por el antisemitismo que acompañó al caso Dreyfus en Francia, abandonó las ideas liberales imperantes sobre la asimilación judía y en 1896, en su panfleto Der Judenstaat (El Estado judío), propuso un Estado judío soberano como garante de la vida y libertad de una raza. En 1897 organizó el primer Congreso Sionista Mundial, que eligió Palestina como emplazamiento para el futuro Estado de Israel, y fundó la Organización Sionista Mundial. En 1940 sus restos fueron trasladados a suelo israelí.

Alerta Chile

En 1898 fue fundado el Sionismo político por el judío Theodore Herlz de Austria, con el objetivo de fundar un estado judío en palestina o en la patagonia. Esto maquinó a la ideación de un plan para lograr dicho objetivo, lo que se tradujo en una serie de intentos que desencadenaron los peores sucesos de la historia mundial.
La idea de crear un estado judío en la patagonia fue apoyada por importantes autoridades judías como el Barón de Hirsch, León Pinsker y Lord Edmond Rothschild, pese a que la idea de asentarse en Palestina tenía mayores adherentes.
En 1938, formando parte del plan inmigratorio del ministro judío Abraham Ortega, alrededor de 60.000 judíos entraron a Chile tomando la nacionalidad con el fin de trabajar como “colonos destinados a la agricultura” en el sur austral del país, misteriosamente desaparecieron de esa zona y en la actualidad no hay ninguno de ellos viviendo en esa zona pero fácilmente pueden ser encontrados distribuidos por todo el país.
Entre 1968 y 1969 hubo una seguidilla de reuniones de judíos de origen asckenazi (termino que hace referencia a los judíos provenientes del norte, centro y este de Europa) con autoridades judías norteamericanas, rusas y europeas, en las que se crearon una serie de etapas para la fundación de una mega colonia judía en la patagonia Chilena y argentina y su posterior independencia; el nombre de esto: “Andinia”.
En 1993 se destapa el escándalo protagonizado por el supuesto “eco filántropo” Douglas Tompkins, luego de un reportaje que denunciaba a empresarios extranjeros que estaban comprando todo el sur de Chile y argentina y la mayoría de estos eran judíos; algunos de ellos son Timmy Goldsmith, Rick Klein, David Syre, Jeromy Henderson, Jan Mossé.
En 1995, el empresario masón chileno Manuel Feliú propuso insistentemente una idea financiada por el judío Daniel Platowsky, de traer judíos rusos, nombrados en el proyecto como “sabios”, para colonizar el sur de Chile.
Entre los años 1999 y 2001 Douglas Tompkins y su “Parque Pumalín” se vieron envueltos en una serie de escándalos que eran denunciados por intelectuales o agrupaciones serias; todas las informaciones referentes al tema desmentidas quitando credibilidad y desprestigiando el nombre de las entidades denunciantes frente a todo el país.
Hasta 1995 Douglas Tompkins había comprado más de 274 mil hectáreas, destinadas a su proyecto ecológico "Parque Pumalín". Para el año 2000 sus terrenos superaban las 450 mil hectáreas y para el actual 2007 esos terrenos han aumentado considerablemente. Según él, su objetivo es crear un "maravilloso parque nacional de vida silvestre" que ya abarcaría sobre el 40% por ciento de la provincia de palena, y que se sigue extendiendo a medida que el empresario adquiere nuevos fundos, acercándose considerablemente a nuestra ciudad de Puerto Montt y que ya dentro de su “parque” hay unas cuantas comunas o localidades pequeñas.
Esto es solo una introducción, tras esto hay mucho más que lo aparente, solo basta con informarse un poco y mirar afuera; la prensa calla esto y manipula la información, las autoridades están concientes de esto y no hacen nada.
Nosotros como Chilenos no podemos permitir tal atropello, y menos aun entregar estas tierras a unos judíos con afanes de someter al mundo a su voluntad, como lo expresan en “Los protocolos de los sabios de Sión” o en el “Talmud”. Chile necesita hombres concientes que sepan quien es el verdadero enemigo, necesitamos chilenos que no tengan miedo de denunciar aquello que nadie habla; esta es una batalla de todos los chilenos y negarse a ella es una traición a nuestros valores como chilenos, a nuestros ancestros que lucharon por un país libre y una falta a aquellos niños chilenos que van a venir, unámonos como chilenos y luchemos por que nuestra patria vuelva a ser el país libre por el que un día los héroes de la historia soñaron y lucharon, derramando su sangre por la libertad de nuestro pueblo.

“Viva Chile”
Joven chileno:

¿Aun crees que vives en una nación libre y alejada de los conflictos internacionales?; ¿Aun crees que Tompkins es un gran hombre por cuidar la naturaleza de nuestro país?; ¿sigues creyendo que todo en Chile marcha bien?
-El sur de nuestro país ha sido el blanco por parte del sionismo para reanudar sus planes de conquista mundial, pero debían esconderlo bajo un nombre y ese es “Parque Pumalín”, en el se pretende crear una segunda nación para reunir a todos los judíos que viven fuera de Israel y los que decidan abandonar ese país.
A esto se le denomina “Plan Andinia”, debido al nombre que llevará esta segunda nación judía, “Andinia”. La existencia de este ya es un hecho y no un simple mito o un invento como se ha dicho en la manipulada prensa, la creación de este estado significará la puesta total en marcha de los “Protocolos de los sabios de sión” documento en el cual los judíos describen su plan de conquista mundial.
¿En que nos afecta la creación de un nuevo estado de Israel en Chile? La creación de este dejaría a nuestro país dividido en dos, además es inaceptable entregar nuestro país a extranjeros (léase judíos) con afanes de someter al mundo a su voluntad, no podemos permitir que tierras ganadas con la sangre derramada de cientos de chilenos que en la antigüedad lucharon por un país libre, caiga en manos de ellos y menos tierras que guardan una belleza natural milenaria y además de las mas grandes reservas de combustibles de nuestro país. La llegada en masa de ellos quebraría la tranquilidad de nuestra nación transformando nuestras verdes praderas en campos de batallas, nuestro pueblo se verá envuelto en un caos y todo lo que alguna vez llamamos Chile se perderá poco a poco. Nadie quiere ver a nuestro querido Chile en ruinas y menos aun ver el sufrimiento en los ojos de los niños chilenos tras darse cuenta que la patria de la que se habla en los libros y que recuerdan los mayores ya no exista, que sea solo un lindo recuerdo del pasado que el sionismo trata de borrar de la memoria de los chilenos que siguen firmes a su patria y sus tradiciones.
En nosotros recae la responsabilidad de asegurar la existencia de nuestro Chile y un futuro para los niños chilenos, seamos el orgullo de nuestros mayores y demostremos que la juventud chilena no está en total decadencia y que aun hay una esperanza, que los jóvenes chilenos igual podemos luchar por el futuro de nuestra nación y nuestro pueblo, que somos valientes guerreros. Unámonos de Norte a Sur, de cordillera a mar y gritemos un fuerte “Viva Chile” que haga temblar a todos los invasores, emocionemos al mundo cuando vean que no hay jóvenes mas valientes que los chilenos y que se recuerde en toda la historia que en los albores del siglo XXI una juventud que se creía perdida fue capaz de enfrentarse a todo un imperio que intentó conquistar el país.
Piénsalo y abre los ojos.
“Viva Chile”